¿Convertir la muralla en un mercado?, Podría ser. Convertirla en un espacio de intercambio simbólico donde el visitante disfruta de una exposición que no tiene sentido sin su acción, una acción individual que cambiará el mundo, cambiar el mundo sembrando un árbol.

La propuesta busca reinterpretar la dinámica y estética del mercado típico cartagenero, un lugar común en el imaginario de Cartagena, y convertirlo en un espacio que almacena un pequeño pedazo del futuro del territorio.

Según IDEAM, en 2013 se talaron en Colombia 120,933 hectáreas de árboles, el 10% de esto ocurrió en el Caribe. Los efectos de la deforestación de la cuenca del río Magdalena, son especialmente trágicos, y esto directamente incide en Cartagena, cuya bahía recibe miles de toneladas de lodo al año a través del Canal del Dique, amenazando la existencia de su puerto a través de un delta que va desde la boca del canal hasta Tierrabomba, además del daño que esto genera en los corales aledaños; La emisión de huella de carbono y desequilibrio medioambiental es monumental.

Las causas originales de la deforestación ocurren desde la época de la colonización del territorio, un mundo que en una época se consideraba infinito, y donde el símbolo del progreso era descuajar montañas y terrenos para aprovechar la madera y ocupar el territorio.

Cartagena no solo sufre por la deforestación, sino que es víctima directa del calentamiento global, es por ello que ocupar la muralla, su masa y su pasado para convertirla en una especie de bunker de semillas es un objetivo fundamental en esta propuesta, en la que simbólicamente, la materia prima para repoblar el territorio de los árboles necesarios para contrarrestar los efectos climáticos existentes son el mismo fín fundamental de esta exhibición.

Este bosque del futuro pretende construir una relación directa entre la muralla y lo público, y se vuelca a la construcción idílica de volver al Calamari, a ese territorio natural y descolonizado, aquel que alguna vez fue realidad y que hoy se convierte en un sueño anhelado, donde el visitante de una exposición que se consume, se convierte en una pieza fundamental de la misma, alejándose de una posición meramente contemplativa y pasa a ser un activista ambiental, recolectando semillas para posteriormente sembrarlas.

El visitante de la exhibición al entrar a ella firma un pacto simbólico con el planeta.

Disclaimer: Esta exposición no pretende resolver los problemas de la tierra, solo quiere ser un llamado de atención y un pequeño grano de arena en el cambio necesario que como sociedad debemos empezar a realizar.