Paisajes domésticos. Dos casas en Colombia

Maximillian Nowotka

En Colombia, la casa de campo ha sido desde hace muchas décadas una respuesta para quienes no desean vivir en las ciudades y, al mismo tiempo, el análisis de la vivienda rural como ejercicio doméstico contemporáneo es, para muchos, un asunto pendiente.
El entorno doméstico puede considerarse como una entidad en la que se conjugan el medio físico y un conjunto de interacciones humanas y ambientales. Por un lado, el espacio y el tiempo doméstico, deben entenderse a partir de la casa como hecho construido, en relación con el entorno, la periferia y el paisaje donde se inserta; todas estas, condiciones de gran importancia para la vida doméstica. Y por otro, considerando las relaciones de los individuos que las habitan.

En este caso, analizaremos dos viviendas ubicadas en territorios, aunque disímiles, parecidos entre sí dentro de la geografía colombiana.
Small Houses en El Retiro, Antioquia, es una evolución madura de la obra de Luis Callejas, Charlotte Hansson y Clara Arango, en la que la representación —lo sofisticado y sugerente de sus dibujos— se trasplanta en un hecho construido icónico y único, con una escala singular.

Construida en 2019, la casa es consciente del terreno que ocupa. Su arquitectura identifica claramente las oportunidades del entorno y se define a partir de ellas. Propone un habitar íntimo que le permite coexistir con el paisaje que lo rodea. La propuesta introvertida crea su propio paisaje interior y configura nuevos modos de habitar el territorio en el que se emplaza.

En lugar de proponer una sola casa más grande, LCLA Office y Clara Arango, plantean tres pabellones dispersos que albergarán todo el programa doméstico (cada uno de estos de 60 metros cuadrados aproximadamente) que se posicionan como elementos singulares sobre la pendiente empinada, relacionándose de forma distinta con la topografía existente en el lugar. Cada pieza de la casa es evidentemente distinta, pero todas comparten la misma materialidad en concreto visto que, acertadamente, en vez de mimetizarse sobre el paisaje, destacan como hitos sobre el territorio, en el que más allá de ser una obra inspirada en el paisaje, busca diseñar el paisaje por sí misma.

En el mismo año 2019, Santiago Pradilla junto al colectivo de arquitectos español Zuloark llevan a cabo el proyecto Casa tejida en la población de Nocaima, Cundinamarca. En una montaña de difícil acceso se implanta una edificación que resalta las irregularidades de la topografía inclinada y así delimitar los jardines domésticos de la vivienda. Hacia el guadual, se encuentra un jardín mucho más contenido donde están las zonas húmedas, rodeadas de helechos, en un bosque húmedo que contrasta con un jardín más abierto que se orienta hacia las zonas de producción de café, caña y frutas. Un paisaje envidiable de la ruralidad colombiana.

Los tejidos a mano y, en general, todos los materiales de la construcción fueron seleccionados con el propósito de vincular a la mayor cantidad posible de personas de la comunidad en la realización de la obra. El resultado es una vivienda experimental asociada a la plantación de café. La casa es un ejercicio que se relaciona con su entorno, no solo desde la forma física y los materiales locales implementados, sino desde los procesos de aprendizaje que ocurrieron durante toda la construcción, en el que estuvieron involucrados maestros de obra especializados, jóvenes de la comunidad, el equipo de diseño, estudiantes y arquitectos, permitiendo que el proceso de seis meses de construcción haya significado un lugar de enseñanza para todos.

La casa de 60 metros cuadrados que se convierte en 120 metros cuadrados útiles, reinterpreta los principios de las viviendas palafíticas de Colombia y hace alusión a la arquitectura prehispánica. Además, realiza una exploración en soluciones pre fabricadas artesanalmente y que ha obligado, en todo momento, a optimizar cada recurso utilizado durante el desarrollo del proyecto. La casa se convierte en un lugar de albergue, que permite conectarse con el bosque ya que siempre, hasta en el interior de la vivienda, se está afuera de ella.

En las últimas décadas, el paisaje ha sido, con más recurrencia, reclamado como medio para el diseño de la ciudad contemporánea. Algunas exploraciones proyectuales, estéticas, ecológicas, territoriales y sociales, son coincidentes en las obras de Pradilla y Zuloark y LCLA Office y Clara Arango; estos ejercicios se definen como dos casos que redibujan las potencialidades del paisaje como medio de intervención, siendo este último un vehículo para pensar el territorio, el diseño y el futuro de un modo más sustentable.


 
 

Fotografías: LCLA Office / Santiago Pradilla, ZULOARK: Federico Cairoli.

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